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Clasificación botánica
La acelga, Beta vulgaris var. cicla, pertenece a la Familia de las Chenopodiaceae y a la Tribu de las Cyclolobeae. El género Beta comprende más de 6 especies conocidas. Botánicamente hablando, la acelga y la remolacha son una sola y misma planta.
El cultivo de las acelgas se remonta a la antigüedad clásica: los griegos y los romanos las utilizaban mucho. Su nombre cicla sería de origen fenicio. Las acelgas no se volvieron populares en Francia hasta la Edad Media.
Historia
Según el “Ménagier de Paris”, el verdadero “poré” (sopa de verduras) era el poré de acelgas. Su cultivo se extendió ampliamente en el siglo XVII.
Las variedades que hoy en día se cultivan en nuestros huertos son, sobre todo, las variedades con pencas blancas y muy largas. Existían sin embargo muchas variedades de colores diferentes. Según Bois, la introducción de las acelgas de Chile se remontaría a 1834, pero señala sin embargo, que desde 1651, Gérard mencionaba la existencia de acelgas de colores. Esas variedades producen efectos muy bellos en el jardín. En efecto, son de muy diversos colores: rosados, rojos, amarillos y anaranjados.
Su tamaño varía en función de los cultivares, así como el color y la textura de sus hojas. Los tallos de esas variedades son, en general, bastante delgados y se cocinan deliciosamente al vapor, aliñándolos luego con un aderezo a base de aceite y un poco de vinagre o limón. Existe una ilustración magnífica de ellas en la plancha 13 del Álbum Vilmorin.
Polinización
La acelga es anemófila, es decir polinizada de manera predominante por el viento. A veces también es polinizada por los insectos, como por ejemplo los diptéros y hemípteros. Su polen es tan ligero que puede viajar a una distancia superior a 7 kilómetros, según el clima, la topografía y la temperatura del aire. En un medio muy seco, pierde su viabilidad en 24 horas. Es también muy sensible al exceso de humedad.
Las pequeñas flores de la acelga son perfectas. Están compuestas de un pistilo rodeado por 7 estambres y un perianto de 5 sépalos. Son sésiles, de color verduzco y generalmente agrupadas en dos, tres o más. Cada flor está acompañada de una estrecha bráctea verde: no hay pétalos. El ovario forma un fruto englobado en la base del perianto. Los ovarios de las flores del mismo glomérulo están reunidas en el receptáculo común del glomérulo. Una semilla multigermen se produce entonces cuando dos o varias flores se reúnen en un mismo glomérulo.
No hay sincronía entre la liberación del polen y la receptividad de los estigmas. En efecto, cuando la flor se abre la mañana y que las anteras liberan su polen al mediodía, los lóbulos estigmáticos sólo se abren gradualmente en la tarde, y sólo están completamente abiertos durante el segundo o incluso el tercer día (los estambres ya se han marchitado para entonces). Por el contrario, pueden seguir siendo receptivos durante una semana o a veces incluso dos.
La acelga es así considerada como una planta autoestéril.
Para asegurar la pureza varietal absoluta, hay que dejar así varios kilómetros entre dos variedades de acelga. Sin embargo, en la mayoría de los casos, para el jardinero aficionado, será suficiente una distancia de 500m a 1 km. La acelga puede también hibridarse naturalmente con la remolacha azucarera, la remolacha forrajera, y la remolacha comestible. El jardinero puede entonces dejar crecer para obtener semillas, tanto una acelga como una remolacha comestible, una remolacha azucarera, o una remolacha forrajera.
Para el jardinero aficionado, la técnica más sencilla de producción de semillas, cuando desee hacer crecer la planta para obtener semillas de diversas variedades de Beta vulgaris, consiste en cubrir los porta-semillas con un gorro o “bonete”. Y se aconseja, para evitar lo que llamamos depresión genética, cubrir con el mismo “bonete” varias plantas porta-semillas.
Producción de semillas
En la mayor parte de las regiones templadas se pueden conservar las acelgas en la tierra durante el invierno. No obstante parece ser que ciertas variedades, en particular las rojas, anaranjadas, amarillas y las de color rosado, son a veces menos rústicas en función de la calidad de los suelos, de la temperatura y del contenido en humedad del suelo. Por lo tanto hay que desenterrarlas en el otoño, almacenarlas en el granero y trasplantarlas en primavera cuando ya han pasado los riesgos de fuertes heladas.
Este riesgo es no obstante menos manifiesto cuando las acelgas han sido sembradas en primavera y han desarrollado ya, a la llegada del otoño, un sistema de raíces muy fuerte. De esta manera son mucho más capaces de resistir los inviernos fríos. No es tanto el frío lo que destruye las raíces sino las tierras pesadas y húmedas que sufren fuertes heladas. Las raíces de acelga se empapan entonces de agua y estallan.
Otra solución consiste en hacer un « mulching » con ellas, con paja: en este caso hay que ser muy vigilantes para que los roedores no establezcan sus moradas invernales allí, ya que estas acelgas “mulchadas” les proporcionan al mismo tiempo ¡el hospedaje y la comida!
Se aconseja tener en el jardín, una docena de plantas porta semillas de la misma variedad con el fin de beneficiarse de una buena diversidad genética. Algunos jardineros cortan la parte superior de los tallos del porta-semillas para favorecer el desarrollo de bellas semillas en la parte inferior de esos tallos. Hay que vigilar al recolectar las semillas, cuando están maduras, ya que se caen al suelo muy fácilmente.
La “semilla” de acelga es en realidad un glomérulo que comprende de 2 a 6 semillas. Los glomérulos pueden ser recolectados individualmente a medida que maduran. También podemos cortar las ramas casi maduras para ponerlas a secar en un lugar protegido, seco, y bien ventilado.
El proceso de hacer crecer la acelga para obtener semillas puede parecer laborioso o imposible en las zonas donde la diferencia entre la duración del día y de la noche no es muy marcada. La acelga es considerada en realidad como una bianual y necesita largos días de verano para el proceso de fructificación.
Las semillas de acelga tienen una duración germinativa media de 6 años. Pueden conservar, sin embargo, su capacidad germinativa hasta 10 años o más. Un gramo contiene unos cincuenta glomérulos.